03 marzo 2011

'España negra' retrata al viejo periodismo y la nueva policía


Martín de Pozuelo honró al reporterismo de sucesos, en riesgo de desaparición Rubalcaba subraya la capacidad de hacer justicia del relato

Aludió anoche Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior, en la presentación de España negra (Planeta), a su condición de ávido lector de novela negra –aunque ahora incomodado por la proximidad del género a su actual quehacer–, y a la vocación de “hacer justicia más allá de la justicia” que barrunta tras cada uno de los doce autores de este libro coral –Rafael Jiménez, inspector de Policía y jefe del gabinete de prensa de la Policía Nacional de Catalunya, coordina las plumas de otros once cronistas, entre ellos a quienes formaron parte del equipo de investigación de La Vanguardia Eduardo Martín de Pozuelo y Jordi Bordas–, para aplaudir la vocación de la obra de hacer visible la implicación emocional de los agentes, y poner rostro a las víctimas de delincuentes –comunes, organizados o fortuitos– que el flujo diario de información se traga sin apenas unas líneas de periódico o unos minutos en antena.

Pérez Rubalcaba citó a Raymond Chandler –“este no es un mundo fragante”– para subrayar, en todo caso, que los doce relatos que componen este volumen reflejan una parte del trabajo policial que no se conoce, por no estar vinculada a grandes operaciones, pero que a su vez son el reverso de un país “seguro, de entre los más seguros de Europa, que es tanto como decir del mundo”.

Quizá por esa alusión del vicepresidente a la premura que la corriente informativa impone, Martín de Pozuelo –quien dedica su episodio en el libro a la irrupción en la España mediterránea de la mafia siciliana– aludió a la modalidad de periodismo de sucesos en creciente desuso, un reporterismo del que cree estar “asistiendo al canto del cisne”, merced al vértigo de las nuevas tecnologías. Luis Rendueles habló del caso de Socorro da Silva, casi coetáneo del de Marta del Castillo y con muchas similitudes, salvo que, como les reprochó el agente que les arrojó el guante, “¿De esta, que también está desaparecida, no queréis escribir?”. Apareció y muerta. Pero era brasileña y prostituta: nadie preguntó por ella ni nadie glosó el trabajo de los agentes que en 17 días detuvieron al sospechoso de su asesinato, luego condenado, quiere decirse, que atraparon al asesino.

Rafael Jiménez, que se hace cargo del primer relato de la serie pero también de coordinar el de todos los demás –y que con este título amplía el campo de su anterior incursión, Barcelona negra (2009, Planeta)–, sólo puso dos condiciones a los coautores, “grandes maestros del periodismo de sucesos” a los que convocó para su libro: que relataran con detalle, “seriedad y apasionamiento” algún caso policial que los hubiese tocado y en el que de algún modo quedase reflejado el trabajo de la Policía Nacional. La otra condición era la cesión de los derechos de autor que genere el libro a la Fundación del Colegio de Huérfanos del Cuerpo Nacional de Policía. A Jiménez, ayer el ministro del Interior –que lo era más que vicepresidente– no le deseó nuevos éxitos editoriales: “Mi trabajo es que no podáis hacer otro libro como este, que uséis la imaginación”.

Texto: Pedro Vallín
Foto: Dani Duch


http://www.lavanguardia.es/cultura/20110302/54122240996/espana-negra-retrata-al-viejo-periodismo-y-la-nueva-policia.html

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