03 junio 2009

Kama Gutier y Ciudad Juárez: no duerme la maquiladora


“Ahí, en esa orilla del mundo, no duerme la maquiladora” cantaba la mexicana Lila Downs en su tema “La línea”. Esa línea es la frontera entre Estados Unidos y México y tiene en el centro un punto grueso: Ciudad Juárez. Cientos de mujeres han muerto y desaparecido en esa ciudad desde 1993, crímenes que llevan a hablar de feminicidio, asesinatos brutales y que no han tenido la contrapartida de unos culpables pagando esa pena. “Se burlan del dolor de uno. Será porque es uno pobre” afirma una mujer en el vídeo que Guiter, pseudónimo de esta escritora y profesora universitaria española, proyectó antes de hablar sobre su experiencia en la investigación de los crímenes. Toda esa documentación, recogida sobre el terreno, le ha servido para poner en pie una novela, “Ciudad final” (Montesinos, 2008), en la que la realidad se convierte en ficción, tal vez para que así sea más fácil acercarse a ella.
Actualización: Tras leer los titulares publicados tras su presencia en el congreso y recogidos en noticias como ésta o ésta, Kama Gutier desea “rectificar ciertos comentarios aparecidos a raíz de una errónea comprensión de mis palabras, y señalo que: Actualmente el gobierno mexicano está tomando medidas, gracias, precisamente, a que la ciudadanía lo exige en sus apoyos presidenciales. Pero hay que tener en en cuenta la índole fronteriza y binacional del feminicidio”.

La maquiladora es un complejo industrial del primer mundo surtido con mano de obra del tercero. Se buscan mujeres jóvenes -”cuerpos resistentes y manos pequeñas”- para ensamblar delicados componentes electrónicos, y allí llegan de todo México y buena parte de Centroamérica para recibir unos ingresos que pueden estar en torno a los cuatro dólares diarios. Eso ha dado lugar al enorme crecimiento de una ciudad en forma de poblados precarios ganados al desierto, una sociedad fuertemente desmembrada.
Según Kama Gutier, el feminicidio de Ciudad Juárez no se daría sin la presencia de las maquiladoras. No hay que descartar varios factores: se considera a estas mujeres llegadas de fuera como mano de obra a la que usar y tirar -”nos matan y nos tiran a la basura”, dice la madre de una víctima-; la palabras “maquilocas” habla de una clase de mujeres que buscan diversión después de sus duras jornadas de trabajo y que ha generado toda una industria del entretenimiento y un recelo a la mujer con independencia económica. Nos encontramos con una sociedad que no ve con buenos ojos a las recién llegadas, con un urbanismo demencial en las zonas de aluvión humano, con una clase de mujer independiente pero que vive su turno de trabajo en los centros de producción de la más alta tecnología mundial mientras el resto de su vida toma aspectos medievales porque ni siquiera tienen agua corriente y luz en sus precarias casas. Un entorno que parece propicio para que nadie reclame a quien desaparece, cuyo puesto en la cadena será sustituido por otra persona, donde la Ley parece más en connivencia con los poderes económicos que han dominado la zona con el tráfico de armas, personas y drogas que con la justicia. Y han desaparecido muchas mujeres. Y sí hay quien reclama justicia, transparencia y dignidad.
Son muchas las teorías que se han dado para esta serie de asesinatos: tráfico de órganos, snuff movies, violencia ritual, violencia doméstica… Kama Gutier se suma principalmente a la teoría de la principal asociación de mujeres de Juárez: el asesinato gratuito. Utilizado para enviar mensajes al poder, que revela que en esa sociedad la vida de esas mujeres no valen nada y que hay una empatía evidente entre criminales y fuerzas del orden. Para ello, buscan un patrón común a los asesinatos, algo que no las deje en el olvido. La novela de Kama Gutier es uno de esos recordatorios, obligada a permanecer en el difícil equilibrio entre ser respetuosa con la realidad y con las víctimas y montar una trama que atraiga al lector. ¿El estado actual de las cosas? Siguen desapareciendo mujeres, pero ya no se encuentran los cadáveres. Más silencio, no más mal nombre para la ciudad. No más investigación. Novelas y presencias como las de Kama Gutier pretenden que se rompa ese silencio.



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