14 julio 2008

Leonard regala otro clásico de la novela negra


El provecto y perverso Tony Paradiso no puede imaginar que la velada a la que ha invitado a las dos bellas jovencitas Kelly y Chloe para que le amenicen el enésimo visionado de un partido de fútbol, va a terminar en tragedia... Abogado implacable que ha hecho fortuna a base de defender a la escoria de Detroit, guarda con celo sus últimas decisiones, causando así la inquietud y la expectación de cuantos le rodean. Entre ellos está Montez Taylor, un ex convicto al que contrató como asistente y al que premia y humilla indistintamente, y Lloyd, el enigmático mayordomo que sabe observar, callar y esperar. La irrupción en plena fiesta de dos individuos que asesinan al abogado y a una de las chicas, precipita los acontecimientos y, desde ese momento, todos pasan a ser protagonistas de una vertiginosa carrera por salvar el pellejo y conseguir el mayor beneficio. El detective Franck Delsa es el encargado de investigar el caso y atrapar no sólo a los asesinos sino también a sus inductores. Unas pesquisas que le reportarán momentos de placer y peligro, y que conducirá a un desenlace que no por previsible resulta menos original.

Elmore Leonard es uno de los pocos escritores vivos que engrandece la novela policíaca, al conservar la esencia de los clásicos que hicieron del género un referente que hoy, por desgracia, se vulgariza con textos que buscan en lo complejo una originalidad que dilapidan a base de artificio y demasiada ambición. Leonard, sin embargo, es leal a lo sencillo y directo, logrando así dotar a sus obras de los matices precisos para hacerlas verosímiles y, con ello, ofrecer intrigas que son fácilmente comprensibles para el lector y, además, tan apasionantes como entretenidas. No es necesario jugar a los detectives con los personajes del Leonard, pues su intención es contar y no fabular con esos ejercicios de cripticismo que emplean algunos escritores adscritos al género para crear una tensión que son incapaces de conseguir a base de estilo, ofreciendo al fin y al cabo un peculiar pasatiempo inane de literatura. Leonard apela a lo sencillo, coloca a sus personajes en el escenario y huye de especulaciones y efectismos para componer un relato crudo que refleja toda la esencia del eterno antagonismo entre el bien y el mal, encarnada en unos personajes poderosos en sus correspondientes papeles, patentes y reconocibles, dueños o esclavos de sus propias circunstancias.La novela es además un homenaje a la policía de Detroit e incluso a la propia capital del estado de Michigan; una urbe llena de claroscuros, ominosa y emprendedora. El escritor de Nueva Orleans explora el inframundo social de la ciudad a la vez que las conciencias de sus personajes, sometidas a los estímulos de la ambición y el riesgo, infundiendo a su relato un ritmo vertiginoso que apenas da trgua al lector, quien desde la primera página se ve cautivo de la acción.

Elmore Leonard vuelve a demostrar con esta obra que es digno sucesor de los autores clásicos que, como Hammett, Chandler o McDonald, elevaron el género policíaco a cotas literarias dignas de encomio, convirtiéndose en referentes ya no sólo de émulos sino de un estilo que ha dado muchos y buenos títulos a lo largo del siglo XX. Merece la pena regalarse este placer literario y comprobar cómo aún hay quien con pocos recursos pero mucho oficio es capaz de construir poderosas historias con más enjundia de lo que a priori cabría esperar.


Por Antonio J. Ubero



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