18 junio 2008

La colega tatuada/ Margherita Oggero


«Turín, como decía Pavese, es una portería.»
«Desde el primer momento le había caído gorda.» Era joven rubia, guapa, rica y odiaba a los perros. Su némesis, por así resumirlo. Toda sofisticación, si no fuera por ese tatuaje, tan fuera de lugar, como una herida abierta a lo posible por hacer una burda referencia a Kierkegaard. Pero ni siquiera con el tatoo, Bianca De Lenchantin, gélida blonda hitchcockiana, encajaba en el Instituto Técnico donde ella (habrá que recurrir al pronombre, puesto que en toda la novela no se nos dice cómo se llama) da clases de literatura a una pandilla de adolescentes de nombres imposibles y ambiciones limitadas.
«Ella» sí estaba en su sitio. Al borde de los cuarenta, su vida era un ir y venir desde la zona laboral (una profe con una misión), a la familiar, ambiente éste ocupado por su marido, su hija, su madre y un perro salchicha. En ese ir y venir, la lectura y la ironía se han convertido en dos aliados indispensables para sobrevivir al día a día.
Pero, ¿y Bianca? Casada con un rico y fofo industrial, conduce un todoterreno, luce un Rolex... Le había caído gorda, sí, aunque pronto deberá revisar sus esquemas: justo cuando la De Lenchantin aparezca asesinada, su cadáver arrojado a un vertedero.
Y es llegados a este punto cuando la curiosidad (propia) y la casualidad (no tan inocente) se alían para hacer de nuestra protagonista una improvisada detective. Tras encontrar en un armario del colegio la agenda de la fallecida, agenda que por supuesto hojeará (y, menos evidente, fotocopiará), asume como sin querer un reto: encontrar al asesino, decisión a la que no es ajena el hecho de que el policía encargado del caso sea un treintañero apuesto e inteligente.
¿Sus armas? Su convicción de que «la vida imita siempre la literatura», de que —como decía Pavese— Turín es una portería («no ha sido difícil conseguir datos, en parte porque yo no soy policía y conmigo se puede soltar carrete sin miedo») e incluso, por citar a Ionesco, de que «la filología conduce al crimen». Y, claro, su inteligencia. Y su buen humor. Y su desenvoltura.
Al final, ella y el poli llegan... a nada en lo amoroso, pero sí a la misma conclusión casi al mismo tiempo. El asesino ha sido identificado. Ha nacido una detective.

La colega tatuada es el primero de los casos protagonizados por la profesora-investigadora Camilla Baudino, protagonista además de la exitosa serie televisiva italiana Provaci ancora prof., de próxima emisión en España.



La Colega Tatuada
Margherita Oggero
Roca Editorial 2008

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