10 diciembre 2007

Bangkok Tattoo de John Burdett


Sonchai Jitplecheepes es un inspector singular, que pertenece a la policía tailandesa, que es budista y cuya madre regenta un prostíbulo en connivencia con Sonchai y con el jefe de éste, un mafioso tan corrupto como sólo los grandes capos de la policía o el ejército pueden llegar a ser.


“Bangkok tattoo” es una novela hipermoderna y global, muy influenciada por la histeria post 11-S en la que el asesinato aparentemente pasional de un agente pirado de la CIA pone en marcha una cadena de acontecimientos de lo más disparatado y, sin embargo, perfectamente plausibles. Porque, desgraciadamente, despejar la ecuación básica de la geopolítica mundial de este arranque de siglo parece bien sencillo: americano muerto en país con presencia musulmana = atentado terrorista, como puso de manifiesto la estupenda película “Babel”, por ejemplo.

Pero las cosas, tanto en la vida real como en la literaria, por fortuna, no son tan sencillas. La aparición del cadáver del analista yanqui, mutilado, parece que es un movimiento más en una enorme partida de ajedrez, que se ha cobrado la vida de un peón más. O, quizá, de un caballo adicto al opio y al sexo. Porque Tailandia tiene que ser un paraíso para los adictos a casi cualquier sustancia estupefaciente, se chute por vía nasal, intravenosa, táctil o incluso rectal y precisamente el mejor logro de John Burdett es el saber cómo transmitir esa fascinante insania que emana de los bajos fondos del país asiático.

De los jubilados americanos que toman esa pastillita para portarse como auténticos cowboys en los prostíbulos a esos exiliados de sí mismos que viven en una especie de limbo narcótico, pasando por las putas de generoso corazón y activo bajo vientre, tan furioso como experto; con un importante protagonismo, por supuesto, de esas fuerzas del (des)orden que tan bien saben jugar con dos barajas.

“Bangkok tattoo” es una lectura tan fascinante como adictiva. Uno de esos libros que no te facilitan conciliar el sueño y que te invitan a volver a sumergirte en sus páginas a la menor oportunidad. Y cargado de filosofía, que conste: “¿En serio piensan que nos haremos ricos convirtiéndonos en algo tan estéril como Occidente? Yo he estado en París, Florida, Munich, Londres y esos lugares son museos poblados por fantasmas”.

Una novela preclara y de anticipación: “Nueve de cada diez veces ya sabes quién (ha cometido el delito), de modo que desarrollas las pruebas en este sentido; es una de esas eficientes técnicas asiáticas que tendréis que adoptar cuando la competición global se vaya poniendo reñida; no podéis tolerar que vuestras fuerzas de la ley cacen a menos delincuentes por policía que nosotros, ¿verdad?, sobre todo ahora que os habéis deshecho del imperio de la ley en todos los casos en que resultaba inconveniente ¿no es así?”

Una novela con toques de humor político tan ácido como acertado: “¿Qué importa como murió? Estamos tratando con el teatro, no con la realidad. Los farang dejaron la realidad cuando inventaron la democracia, luego añadieron la televisión. Lo que importa es lo que le decimos al mundo. Si lo manejamos bien todos viviremos felices para siempre. Si lo manejamos mal...”


Bangkok Tattoo
John Burdett



Por Jesús Lens




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