26 septiembre 2007

Padura concluye novela sobre asesinato de Trotsky


Anubis Galardy(Texto)


La Habana, 25 sep (PL) El escritor cubano Leonardo Padura tiene escritas las 550 páginas que completan su nueva novela sobre el asesinato en México de León Trotsky, pero aun sometidas a un proceso de "lija y pintura".
Lo anunció en una reciente tertulia, en la casona habanera de la Unión de Escritores y Artistas, donde confesó estar obsesionado con la historia y el tema para el cual tuvo que beber en cientos de fuentes, investigar, corroborar datos y auxiliarse de mapas.

Es la única manera de garantizar la veracidad, la autenticidad de lo contado, sostuvo.
Gabriel García Márquez llama a esa etapa de corrección y pulido casi infinitos la "carpintería del oficio". Se trata de suprimir adjetivos, buscar el tono preciso, el ritmo interior, el clima, la atmósfera; redondear la obra, en una palabra.

El proyecto es ambicioso y abarca desde la expulsión de Trotsky de Rusia, por Stalin; su itinerario Riga-Francia-Noruega hasta llegar a México, cuando era ya una figura disminuida, y su muerte en ese país a raíz del atentado de Ramón Mercader.

Hay una contextualización histórica de la época, con sus principales acontecimientos y entretelones, "una indagación de por qué se frustró la gran utopía del siglo XX", precisó Padura, quien aun anda a la caza de elementos y detalles que enriquezcan la novela.

El mismo día de la tertulia se enteró de la existencia de un nieto de Trotsky, en México. Es de suponer que agote todas las vías para encontrarlo y extraer aun más información para alimentar ese siete octavo necesario tras la punta del iceberg, según Hemingway.

Historia real y realidad literaria conviven en El hombre que amaba a los perros, nombre que dio a la novela, y que a su vez es el título de un cuento de uno de sus autores de cabecera, Raymond Chandler, un "cuento muy equívoco", señaló.

Además del tributo a Chandler, el título alude a uno de los rasgos de la personalidad de Trotsky, compartido por Mercader: el amor a los perros.

Según la trama la historia es contada por Mercader bajo la falsa identidad de un sobrino suyo supuestamente autorizado para relatar los hechos, quien los narra a un estudiante cubano de Veterinaria en una playa del este habanero, Santa María del Mar.

Este los relata, a su vez, a un escritor amigo. Ahí comienza el proceso de ficción. En la vida real Mercader, quien permaneció 20 años en México y vivió en Cuba de 1974 a 1978 bajo el nombre de Ramón o Jaime López, indistintamente, nunca los contó.

El vínculo para su acercamiento al estudiante cubano son los galgos rusos que poseía y llevaba a caminar hasta la playa. Los mismos que aparecen en el filme Los sobrevivientes, de Tomás Gutiérrez Alea.

Son los famosos borzois, delgados, finos, fuertes, de pelaje casi violáceo y dentadura muy fuerte, capaz de quebrarle la pata a un lobo de una dentellada durante una cacería.
Padura defiende la posibilidad de todo hombre de tener una utopía y esa reflexión alienta en su novela, en la que está presente la vocación por el género policíaco que sustenta su tetralogía: Paisaje de otoño, Máscaras, Viento de cuaresma y La neblina del ayer.
En esta como en las otras lo que importa no es el qué -de todos conocidos- sino el cómo, que es siempre lo que más me interesa en la narrativa policíaca, explicó.

El hombre que amaba a los perros está llena de complejidades, entre ellas las tres líneas paralelas de la trama, que terminan entrecruzándose, y los tres niveles de lenguaje utilizados: un español que semeja una traducción del ruso; el español de España y el cubano.
Lo importante es que la novela existe, está montada, tiene cuerpo, asegura Padura, como quien se ha quitado de encima el peso principal.

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